La república romana (509 a.C. - 27 a.C.)

Según la tradición, en el año 509 a.C. se produjeron una serie de hechos esenciales en la historia de Roma: se expulsó al último monarca, Roma fue tomada por el ejército de Porsenna, se firmó el tratado entre Roma y Cartago, se iniciaron de los Fastos Consulares y se consagró el templo de Júpiter Capitolino. La transición política de la Monarquía a la República fue seguida de graves tensiones sociales internas que fueron aprovechadas por los pueblos vecinos para reducir el control territorial de Roma e intentar su desaparición. Los primeros años de la República son de incertidumbre como consecuencia de la confusión política existente. Los que conjuraron en el 509 a.C. no tenían prevista ninguna fórmula institucional para sustituir a la monarquía.

La República romana careció de una constitución política escrita, teniendo ésta un carácter más bien de Derecho consuetudinario; su ordenamiento y funcionamiento estuvieron dictados por los usos y costumbres de la clase patricia fundadora y de acuerdo con sus intereses oligárquicos. La Roma republicana fue un estado guerrero. La base de su poder fueron las legiones romanas. Las legiones de la época republicana eran unidades semejantes a los actuales regimientos de infantería formadas por ciudadanos-soldados y apoyadas por cuerpos auxiliares; muy flexibles, las legiones fueron la más eficiente fuerza militar de la Antigüedad, superando, incluso, a las falanges macedonias. Las necesidades de asegurar sus fronteras, conquistar nuevas tierras para instalar a sus ciudadanos y dedicarlas a la agricultura, defender a sus aliados, expandir su comercio, o la simple gloria militar, incitaron a los romanos a la expansión geográfica. Esto convirtió a la ciudad en un estado territorial y luego en un vasto imperio.

Además de por las luchas entre patricios y plebeyos, la República se caracterizó por la expansión del poder de Roma a toda la Italia peninsular, por la promulgación de la Ley de las XII Tablas en el 450 a.C y por las guerras civiles por la igualdad. La Ley de las XII Tablas, llamada así porque estaba escrita en doce tablas, es el código más antiguo de derecho romano. Se estableció para aplacar las demandas de los plebeyos. Entre los años 133 y 27 a.C. se desarrolló una etapa muy convulsa en la historia de Roma debido a una compleja situación económica, social y política que llevó a momentos de tensión, como los vividos con los Gracos o las guerras sociales entre nobles y plebe. Hasta que se redactó este código el derecho romano había tenido un carácter sagrado, por haber estado unido a la monarquía y al colegio de los pontífices. Con su redacción el derecho romano se desacraliza constituyendo la base del derecho del mundo occidental. Para el historiador Tito Livio, las XII Tablas eran la fuente de todo el derecho romano, tanto público como privado.

El gran paso hacia un sistema político en el que el poder se acumulase en manos de una sola persona lo dio Sila (dictador en los años 82-79). La sistematización de Sila fue muy importante y una de las consecuencias que tuvo, y que influyó en gran medida en la política y en el propio final de la República, radicó en el hecho de que concentró todo el poder político en manos del Senado, hecho que no sucedíó con el poder ejecutivo. Esto dio lugar a que el Senado tuviera que confiar el ejecutivo a un hombre fuerte, a un general que, además, fuese político. A su vez, los populares también querían ocupar el poder provocando un fortalecimiento del poder personal a la hora de gobernar. El fortalecimiento del personalismo condujo a los triunviratos y a las dictaduras de César o Augusto, y supuso el fin de la República y el principio de una nueva etapa, el Imperio.

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